jueves, 10 de enero de 2013

DESTINO


Al descubrir el naipe de la vida
apareció el destino programado.
Sentí que me miraba descarado
con una mueca en mi desconocida.

Alcé mi mano así, desguarnecida
-con intención, el ánimo alterado-
y convertida en tal puño cerrado
que resarció mi honor la acometida.

Al ojo se ocultó la ansiada muda.
Solo una roja mancha en el anverso
destilada de mi mano desnuda.
 
Giré curioso el naipe del reverso.
Reprobé a mi mente testaruda
al contemplar un puño en sangre inmerso.




 

 

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