sábado, 21 de septiembre de 2013

DESNUDO DE MUJER


Hoy, paseando,
con todos mis sentidos
he reparado
en la mujer perfecta,
de metro ochenta.

Llamadme pervertido.
De arriba a abajo
-en mi imaginación-
la he desnudado.

No solo de la ropa.
De carne y sangre
y hasta de queratina
la he despojado.

¡Vaya que huesos!

Los fémures turgentes
y un par de tibias
que ya quisiera,
el más feroz pirata
colgar en su bandera.

Ese conjunto
que forma la cadera.
Con cuyo movimiento,
a todos los soldados
se les levanta
el arma de sus manos
para abrazarla.

Y viendo el cráneo,
tan blanco y reluciente,
con sus dos temporales,
sus parietales,
frontal y occipital,
que ganas dan
tomarlo y proclamar
que la cuestión no es ser
ni el Ser es la cuestión.

Al cabo de la calle,
refrenar mis instintos,
no he podido.
Y con mis propias manos,
a su esternón
tratando de llegar,
he palpado de frente
su costillar.

Paralizada ha sido.
mi pretensión.

Con sus metacarpianos,
las falanges distales ,
y las mediales,
prietas las proximales,
en un puño ha cerrado.
Tal golpe me ha asestado
que, como en la era el grano
mis muelas ha aventado.

Y yo que no soy franco,
ni seré, ni lo he sido.
He de decir y digo,
que contra esas falanges,
ni el Ejercito Rojo
habría podido.

Desde el suelo la admiro.
 
Sus cúbitos y radios
con sus húmeros, son
como aspas de molino.
 
Así se aleja
moviendo el maxilar
mientras me deja
inerte, en posición
decúbito supino.



lunes, 16 de septiembre de 2013

EL PROGRAMA


Era mi sueño hacer un gran trabajo.
El programa perfecto, el algoritmo
total, sumo, cuidado. Que su ritmo
fuera completamente depurado.

Que en sí reprodujera, fuera calco
de lo que soy, seré y antes he sido.
Así me puse a ello con ahínco,
tras todo el universo haber creado

Quizá debiera haberle dedicado
cien o doscientos mil millones de años
al estudio en detalle. Tiento y mimo
haber puesto en su ser, como en su sino.
Mas me dejé llevar de un arrebato
y en vez de la razón, moldeé el barro.

En el organigrama, solo un dato,
que se demostraría el más preciado:
“Usar a conveniencia su albedrío,
revocando en  Amor sus desvaríos”.
Me asaltaba una duda: ¿Será vano
el proyecto?. ¿Mi único pecado?

Me sentí como un niño, ilusionado,
con un juguete nuevo entre sus manos.
Dispuesto cual “Sistema Operativo”,
la rutina sublime, mi capricho,
faltaba darle un nombre apropiado.
Me pareció correcto: “Ser Humano”




 

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