Degustando arroz a banda
-en receta de mi abuela-observo que la cazuela
esta llegando a su fin.
Siento que a la puerta llaman
y mantienen oprimidoel timbre, pues su sonido
parece no tener fin.
A la entrada, con cautela
me acerco y estoy atentopor si me largan un cuento
sobre alfombras de Estambul.
Al abrir, Pepe “El Pirata”
se me echa encima. La ropame pone como una sopa.
¡Ay! mi pantalón azul!
¡Que rostro tiene este tío!
¡Da pavor!Me produce escalofrío.
Más parece Sancho Panza
o de Rioja un crianza
a juzgar por el olor.
Hace pesas
-doy por hecho-pues el pecho,
a un bauprés
es parecido.
Sus facciones,
corvejones
de una res.
Amigo es, al que valoro.
Mas no entiende que en verdad,
el beber no es alimento
por más que le haga olvidar.
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