Estaba ensimismada, la ensaimada.
Barruntaba que la vida terminaba.
El vaho viendo del café hirviendo,
la dentadura en boca ensalivada.
En esto que distingue la gulilla,
gran abertura y lengua descarada.A punto de creerse ya ingerida
surge de lo profundo carcajada.
¡Un respiro!...¡por Dios, déme un respiro!
Perdido y mudo es el griterío.
Al instante siguiente se conviertea su pesar, en bolo alimenticio.
Alcanzado, de los dulces feliz limbo,
se percata que no ha sobrevivido.
Se lamenta su tierna y dulce alma:
“¿Por qué me toco a mí si no hice nada?”
Mañana tu textura y tu color
de igual forma han de ser como el jamóno el tomate o las lentejas o la col.
Lo que importa no es como hayas nacido
sino, al final, en que te has convertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario